Tuesday, June 17, 2008

El Mundo y Nosotros

El árbol que veo hoy por mi ventana empieza a florecer.
Las pequeñas hojas de color verdoso nacen de cada una de sus cientos de ramas, llenando de color las calles del mundo, devolviéndole la vida a la ciudad que por tantos días se escondió bajo la luz tenue de sus noches.

El cielo, transparente como el agua, deja caer la luz del sol sobre los hombres que se deslizan felices, sobre sus miles de construcciones aparatosas, sobre la aún sobreviviente naturaleza.
Y entonces pienso en lo hermoso que puede ser cada día.
Cuando realmente despejamos nuestros ojos de toda memoria triste, y somos capaces de ver.
Es ahí, pues, cuando el mundo nos revela su celosa hermosura, muchas veces oculta, muchas otras opacada por la oscuridad en nuestro ser.

La genialidad del ser humano consiste en apreciar al mundo inmenso que lo rodea, contemplativamente, sin tratar de amoldarlo a sus gustos, de reconstruirlo a su medida.
Esta tierra, señores, ya tiene medidas propias.
Respetemos, pues, su talla de esfera gigante, de mezcla de materia en todas sus formas, de luces que rebotan por doquier para caer en los ojos de cada persona que aquí habita.

Aprendamos a amar sin miedo, a abrir esa caja de sentimientos que se esconde en los rincones más oscuros de nuestro interior.
Así como el mundo nos muestras esta hermosa mañana de abril su belleza;
Démosle también aquello que a nadie le falta, pero por alguna extraña razón que yace en nuestro subconsciente, nadie quiere entregar.





29 de Abril de 2006, Londres

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