Tuesday, July 1, 2008

Febreros

Hoy es un domingo de febrero frío, de sueños mezclados con realidad en el sabor de la resaca que fielmente me acompaña. Es un día gris que trae consigo dudas por mi ventana, y cada hoja que el viento hace retumbar en ella me pregunta qué hago aquí, como fue que de pronto pasaron los días y minutos, y me encontré dejando a un Perú pobre, a una hermana pequeña, a una Lima sin tanto color. El tiempo robó mi espacio, y parece haberlo ocultado en un lugar desconocido a mis ojos. Quién soy yo, me pregunto, y cuál es mi motivo. Cuando fue que me lancé cruzar el océano sin saber bien adónde iba a caer, sin tener idea alguna de cuál es el eslabón perdido que intento buscar. Y un camino llevó al otro y me encontré aquí, pensando en ti, pensando en el, soñando con verlos a ellos. Con nuevas historias de vida, sonrisas coloridas y menos tormentas que las que antes he vivido, sin embargo, sin todos ustedes que me guste o no, son parte de ese yo que lucha por liberarse, sin darse cuenta que en esa falta de libertad es donde yace la felicidad, donde el mundo Maga le trajo sentido a la vida de Oliveira, donde le ganamos a la insoportable levedad del ser. Entonces me pregunto por qué siempre me empeñé en nadar contra la corriente, en cuestionar mi entorno y mi ser. Siendo tan cuestionadora, sin embargo, vengo lanzándome de un veinteavo piso sin saber bien adónde caeré, quién encontraré ahí abajo o si quiera si sobreviviré. Tal vez así es la vida, such is life, they say. Or that’s what we want to believe. Porque cuando digo que así es la vida, entonces cierro, uno por uno, los posibles caminos de acción. Entonces doy muerte a mi posibilidad de cambiar las cosas, de elegir, de tener el gran privilegio de tomar decisiones pero la más grande aún responsabilidad de llevar de la mano a sus consecuencias. Entonces, y solo entonces, pienso que así no es la vida, que la vida es lo que nosotros queramos hacer de ella. La vida es todo y nada a la vez. La vida es una tabula raza, es una plataforma plana dónde el hombre cuelga de un péndulo entre la nada y el infinito. Ese péndulo, para mi ventaja o desdicha, tengo la capacidad de balancearlo yo.


Febrero de 2008, Washington D.C.

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