Monday, August 11, 2008

Perdida en DC

Hay una voz en mi interior que me habla. Me inquieta todos los días, me cuestiona, pero el gran número de capas invisibles que han brotado entre ella y yo hacen que no la logre escuchar con claridad. Es solo un susurro que no llega a cobrar sentido en mi mente, como una diminuta piedra en el zapato que se siente e incomoda el caminar, siendo invisible a los ojos. Y quiero escucharla, quiero descubrir qué me quiere decir, porque sé que el barco de conciencia que recorre mi interior ha perdido su rumbo. El mapa cambió sin previo aviso, las noches cambiaron de color. Y algo en mi mundo falla, algo me empuja a alejarme a mi misma de mi felicidad, o tal vez haya perdido el sentido de lo que esas nueve letras significan. Y me encuentro perdida en una ciudad ajena, me encuentro sola en tierras con más fronteras de las que conocía. La soledad rasguña mi interior, me hiere, pero ya no le tengo miedo. Al perder el miedo, algunos meses atrás, dejé de huirle. Entonces pasé de escapar a mis grandes temores a encararlos, sin embargo, me faltaron las fuerzas para continuar el camino y deshacerme de ellos. Hemos aprendido a convivir en una simbiosis dolorosa donde todos los días extraño mi hogar, dónde todas las noches me hace falta el amor y en las mañanas solo sé caminar sola. Esto se ha vuelto mi normalidad. Las lágrimas ya no caen por mis ojos y me engañan pensando que crecí, que me hice un poquito más fuerte, pero es solo un espejismo, una ilusión provisoria que no aleja las gotas de dolor que se incendian en mi interior. Entonces no sé adónde escudarme, no sé adónde mirar, no tengo más Norte ni Sur, no tengo a Lima cerca y Londres quedó atrás, y mi presente, mi presente, me acompañas todos los días por las calles de Washington DC, y por momentos quiere convertirse en futuro, pero dudo, dudo porque no sé más qué quiero ni qué espero de esta efímera vida, no sé más dónde se esconde mi felicidad, dónde se encuentran mis sonrisas. Las noches de verano se las llevaron todas, quien sabe dónde, y aunque este pueblo parecía pequeño no las logró encontrar. Y ya no sé si quiero vivir aquí, si quiero volver al Perú, o si quiero viajar a algún lejano lugar del mundo a quién sabe qué. Ya no sé nada, ya no sé quién soy.

Washington DC, 11de agosto de 2008